Cleopatra: Reina, Erudita, Seductora

por | Mar 25, 2024 | Recreo Histórico

La emperatriz del encanto y el conocimiento. En los confines dorados del antiguo Egipto una figura emerge del velo de la historia, envuelta en misterio y resplandeciendo con un hechizo que ha perdurado a través de los siglos como la última gobernante de la dinastía ptolomeica. Su nombre es sinónimo de poder, inteligencia y romance: Cleopatra, la última reina del Nilo. Imagínala entre sedas finas y adornada con joyas que destellan bajo el sol del desierto, con ojos que relucen de sabiduría en las artes y las ciencias, una patrona de la cultura que promovió el esplendor de Egipto en su época. Pero, ¿era realmente Cleopatra una Diosa de inimaginable belleza entre los mortales?

Según Plutarco, historiador y biógrafo, no era la belleza física de Cleopatra lo que cautivaba a los hombres sino su conversación e inteligencia. Si los egipcios llegaban a confundirla con una deidad era porque ella misma explotaba su imagen vistiéndose como la diosa Isis durante eventos ceremoniales. Su reinado fue más que una mera sucesión de acontecimientos políticos; fue un ballet de seducción y estrategia, donde cada movimiento estaba cuidadosamente calculado para asegurar su posición en el trono y en el corazón de aquellos que la rodeaban.

El primero en caer rendido fue Julio César, el gran líder político y militar de la antigua Roma a quien Cleopatra tuvo en la palma de la mano luego de invitarlo a un viaje por el Nilo que resultaría en un hijo entre ellos, “Cesarión”.  Esto causó revuelo en Roma porque, además de que no veían a Egipto con buenos ojos, este sería el único hijo varón de Julio César en ese momento. El segundo en perder el juicio fue Marco Antonio, quien abandonó sus obligaciones militares, políticas y familiares por acudir al lado de Cleopatra para quedar declarado como enemigo de Roma, siendo que antes de conocerla se debatía el poder de Roma con Octavio. Plutarco vuelve a narrar que «Marco Antonio no estaba en posesión de sus facultades sino bajo los efectos de una droga o brujería. Estaba siempre pensando en ella, en vez de pensar en vencer a sus enemigos». Pero Marco Antonio también tenía sus encantos; fuerte, apuesto y valiente conquistó también a Cleopatra resultando en una relación ardiente y pasional que les dio tres hijos.

Esta historia de amor, sin embargo, no tuvo un final feliz. Mientras había constantes rupturas y reconciliaciones entre Cleopatra y Marco Antonio llegó la batalla naval de Actium, donde Marco Antonio fue derrotado por Octavio al ser abandonado por las tropas egipcias y forzado a huir de vuelta a los brazos de Cleopatra. Tan solo un año después el ejercitó de Octavio ataca de nuevo, pero en el corazón de Marco Antonio, haciéndole creer que su reina había muerto. Habiéndose prometido que a la muerte de uno le seguiría la muerte del otro, allí mismo se clavó su propia espada en el vientre. Y Cleopatra, negada a enfrentar la derrota y el dolor de su alma, se dejó morder por una áspid (cobra egipcia) y pidió, vestida en sus más hermosas galas, que se le sepultara junto a su amado. Un final adecuado para una vida llena de drama y pasión.

Muchos se preguntan por qué Cleopatra no logró envenenar a Octavio con sus encantos; cuenta la leyenda que es porque a Octavio no le gustaba su nariz y que, “de haber tenido una nariz más pequeña, la historia del mundo habría cambiado”.

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