¿En qué piensas cuando hablamos de espionaje? ¿Piensas en el agente 007 manejando un auto de lujo a más de 200 kilómetros por hora y vistiendo un traje? ¿O piensas en Ethan Hunt deslizándose de un cable sobre una trampa láser? Lo cierto es que la realidad del espionaje es mucho más antigua y supera enormemente la ficción.
Desde la reina Isabel I que utilizó espías para informarse de las intenciones de otras naciones, «La Orquesta Roja» en La Segunda Guerra Mundial y el doble agente Kim Philby durante La Guerra Fría; el espionaje tiene raíces históricas sorprendentes y hoy te contaré qué tan antiguas.
Egipto:
Uno de los primeros registros de espionaje proviene del antiguo Egipto, donde se dice que los faraones empleaban a los primeros agentes de la historia para recopilar información sobre sus enemigos. En un mundo donde las noticias no se compartían en papiros sino en susurros entre esfinges, los espías egipcios iban con sus elegantes túnicas y sandalias escuchando sigilosamente y escabulléndose como los James Bond del desierto.
Roma Antigua:
Durante el Imperio Romano las togas no solo eran prendas de moda sino el disfraz perfecto para los «frumentarii». Estos agentes secretos romanos se mezclaban con la multitud, llevando a cabo misiones secretas entre banquetes y baños públicos para que sus emperadores supieran cada cosa que se tramaba tanto política como militarmente.
Edad Media:
Dentro de sus majestuosos castillos la Edad Media también fue testigo de espionaje en su forma más pintoresca. Reyes, nobles y clérigos contrataban hombres de distintos estratos sociales; ya fuera campesinos o caballeros para recaudar información que muchas veces recibían en códigos cifrados . Estos espías del pasado se disfrazaban de pordioseros o sirvientes y algunos tomaron mucha relevancia histórica como el caso de John Hawkwood.
Renacimiento:
En la era del renacimiento se vivía la belleza del arte, pero también existió intriga y codificación, un espionaje más refinado con artistas como Leonardo Da Vinci. Existe una teoría de que su famosa obra «La Última Cena» contiene mensajes cifrados y que la propia «Mona Lisa» tiene diminutos números y letras en sus ojos, y aunque no hay nada oficialmente respaldado por parte de la ciencia, algunos sugieren que su mente curiosa pudo haberlo llevado a incorporar simbolismos y referencias ocultas en sus obras… ¿recuerdas el código Da Vinci?
Así que, si bien es cierto que la tecnología ha hecho del espionaje un universo de acción digno de películas palomeras , si entendemos dónde y cómo comenzó todo, ¿cuánto más podría evolucionar en las próximas décadas? ¿Y qué pensarían las futuras generaciones de lo que consideramos alta tecnología de espionaje hoy en día?