Por Ivana von Retteg
La innovación se caracteriza por el deseo humano siempre latente de mejorar las cosas en el
nombre de la evolución; surgen nuevas ideas, nuevas corrientes. Esta vez hablamos de una
nueva propuesta, aquella de modificar el calendario anual tal como lo conocemos; esto es
cambiar el calendario de 12 meses y 365 días por uno de 13 meses con 28 días cada uno.
¿Por qué? ¿Para qué?
Volvamos tiempo atrás. La división del año en 12 meses tiene sus raíces en prácticas antiguas
de calendarios solares y lunares. Culturas antiguas como la romana y la babilónica utilizaban
calendarios lunares que seguían las fases de la luna. Fue ahí donde comenzaron las
innovaciones parecidas a la que tenemos de frente el día de hoy. Y es que como un año solar
no coincide con los doce ciclos lunares de manera exacta se introdujeron ajustes.
Del mismo modo, el calendario romano originalmente tenía 10 meses, pero para ir de
acuerdo con el año solar se agregaron dos meses más; enero y febrero. Así el calendario se
dividió en 12 meses. Este sistema se mantuvo hasta que apareció el Papa Gregorio XIII en
1582 con más ideas de innovación haciendo ajustes adicionales para reflejar con mayor
precisión el año tropical:
El año bisiesto: Cada 4 años se añade un día extra al mes de febrero creando un año de 366
días en lugar de 365. Esto compensa la diferencia entre el año solar y el calendario.
Excepciones para años divisibles por 100: Aunque se añade un día bisiesto cada 4 años, se
hace una excepción por los años divisibles por 400, por ejemplo, el año 2000 fue bisiesto,
pero 1900 no lo fue.
Estos acomodos ayudan a mantener una alineación más precisa entre el calendario y las
estaciones, reduciendo gradualmente el desfase que se acumularía si solo se utiliza un
sistema de 365 días al año sin ajustes periódicos. Así que, si nos guiamos por la historia, no
sería la primera vez que alguien sugiere cambios para llevar un calendario más exacto y
facilitado.
La idea de un año con 13 meses se ha propuesto con el objetivo de simplificar el calendario y hacer que el tiempo sea más uniforme. En un año de 13 meses cada mes tendría aproximadamente 28 días, lo que daría lugar a un año de 364 días, número divisible por 7, que facilitaría la organización de las semanas. Lunes siempre sería 1 y domingo siempre sería 28. Esto “simplificaría” la planeación y tendríamos supuestamente una mayor consistencia en fechas y días de la semana: pero ¿cuáles serían las implicaciones? • Factores culturales y tradiciones: Porque los 12 meses llevan nombres asociados a leyendas, costumbres y festividades habría que readaptarse culturalmente y puede que determinados sectores de la sociedad tengan una mayor resistencia a este cambio por motivos profundos. • Logística: Dado que se modificarían periodos como cuatrimestres, trimestres y bimestres habría que reorganizar sistemas informáticos, documentos legales, contratos y todo tipo de aplicaciones todavía sujetas al calendario actual. • Ajustes en el trabajo y la educación: La estructura académica y laboral actual esta sujeta y diseñada en torno a 12 meses, habría que reorganizarla completamente. • Impacto económico: Las industrias que dependen del calendario actual como lo es el turismo y el comercio podrían verse afectadas y tener que redistribuir sus días. ¿Es realmente necesario implementar este cambio en el nombre de la practicidad? Curiosamente, en lo que a los calendarios concierne, la practicidad tiene muy poco que ver ya que existen varios tipos dependiendo de las diferentes culturas y civilizaciones. Es verdad que en este artículo amenazamos al Gregoriano con ideas modernas al respecto; pero también existen comunidades que han desarrollado sistemas de medición del tiempo a lo largo de la historia como lo es el calendario islámico con 354, 355 días y el calendario hebreo de 353, 354 o 355 días con sus propios ajustes, ambos basados en ciclos lunares. Además, algunos calendarios lunisolares de culturas tradicionales también pueden variar en la duración del año, combinando elementos lunares y solares en su sistema de medición del tiempo. Esto demuestra la diversidad que existe en como determinadas culturas abordan el tiempo, ¿vale la pena agregar una nueva?