62 personas que huyeron de la guerra en Ucrania llegan a México

por | Mar 16, 2022 | Archivo

Un grupo de 62 personas evacuadas de la guerra en Ucrania ya está en México. El segundo vuelo humanitario ordenado por el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha aterrizado a primera hora de este miércoles en la capital. “Estoy feliz por estar seguro e ir a casa, pero también me voy con el corazón roto por todo lo que está pasando en Ucrania”, afirma Yoshua Mata, uno de los 24 mexicanos que han abordado el vuelo, al que también se han sumado 33 ucranios y una familia peruano-ucrania.

Hasta hace unos 20 días, Mata estudiaba Comunicación en Dnipro, una de las principales ciudades de Ucrania. La invasión rusa le obligó a dejar su casa y tomar el primer tren que pudo hacia el oeste, donde están las zonas más seguras del país. Finalmente, hace ya más de una semana, llegó a Rumania, pero ahí se enfrentó a una nueva disyuntiva: regresar a su tierra natal o probar suerte en otro país europeo. Tras sondear opciones para seguir estudiando o trabajos en los que no le pidieran papeles, Mata eligió volver a México. “No sabía qué hacer, lo pensé hasta el último momento”, confiesa.

“Nunca me imaginé tener que correr por mi vida cuando sonara una alarma”, dice el chico de 20 años. A su edad, la guerra se sigue por las historias y los videos que suben sus amigos en sus redes sociales, jóvenes universitarios que ya han tenido que tomar las armas y ser desplegados en el campo. “Me tocó ver cosas terribles, muchísimos heridos y muertos, y mis amigos que siguen allá me dicen que la situación es cada vez peor”, agrega.

Unas filas más atrás está sentado el señor Jesús Jerónimo, de 56 años, que llegó por trabajo a Ucrania. “Trabajo en la construcción y llevaba nomás un mes por allá, todo se nos complicó”, dice el hombre que ha trabajado como albañil en Estados Unidos, Canadá y Hungría. Ahí fue cuando le salió la oportunidad para cruzar la frontera y chambear pintando y arreglando casas. Él es parte de un grupo de tres mexicanos que se conocieron en Budapest y que sin saber una palabra de inglés fueron contratados para trabajar en Kiev.

Al final pudieron huir de regreso a Hungría y llegaron después a Rumania. “Nos quedamos en una iglesia, pero no hemos podido dormir ni descansar nada”, dice mientras enseña imágenes del frío invernal que encontró en Europa del Este: estalactitas de hielo, montañas nevadas y bosques congelados. “Ya tenía muchas ganas de volver a casa en Ecatepec”, dice.

Los yorkies Óscar y Bella, dos de los tres perros que viajaron en el vuelo, son de Francisco Calderón y de su esposa, Alina Baranik. Iban a regresar en el primer vuelo de repatriación que mandó el Gobierno de México, pero no pudieron alcanzar el avión, que aterrizó en México el pasado 4 de marzo, por cuestión de horas. “Me quedé a un día”, dice Calderón, un profesor de idiomas de 32 años.

La joven pareja cambiará Járkov, una de las ciudades ucranias más severamente destruidas por los bombardeos, por Poza Rica (Veracruz). Es una imagen que se repite constantemente. Ismael Torrentera, su esposa Anyela y sus dos gatos vivían en Kiev, por ejemplo, y ahora buscarán empezar una nueva vida en Tlaxcala. Durango, Puebla, Nayarit… el viaje de muchos no termina en el aeropuerto internacional de Ciudad de México. “Vamos a intentar regresar a la normalidad”, cuenta Calderón.

México es un terreno desconocido para muchos de los evacuados. Durante la primera escala, en Shannon (Irlanda), una anciana caminó todo el pasillo del avión para preguntarle en ucranio a uno de los militares mexicanos: “¿Ya estamos aquí? ¿Ya llegamos a México?”. Una de las mujeres ucranias tuvo que hacer de traductora para aclarar el malentendido.

En el avión viajaron más de una docena de niños. Las leyes de reclutamiento obligatorio que impiden salir de Ucrania a los hombres han provocado que este sea un éxodo predominantemente femenino. Son mujeres, ancianas y niñas las que han podido salir del país y muchas de estas familias han tenido que tomar decisiones profundamente dolorosas: irse y probablemente no volver a ver a sus padres, esposos y hermanos o quedarse y jugarse la vida en la guerra. “Es un sentimiento difícil de procesar: mi padre y mi hermano se quedaron en Sumi [noreste], una de las regiones que más ha sufrido”, dice Anyela Torrentera. “Mi marido fue el que hizo mi maleta, yo no podía, estaba en shock”, confiesa Silvia Mercado, de 35 años.

Ante el dilema de quedarse o volver, alrededor de 30 mexicanos han decidido no abandonar Ucrania. Son, sobre todo, esposas que no quieren dejar a sus maridos. En un par de casos, se trata de hombres con doble nacionalidad y que se criaron ahí, y que difícilmente podrán eludir el reclutamiento obligatorio. Otros pertenecen a asociaciones religiosas o civiles y se niegan a dejar el país para seguir desempeñando labores de ayuda humanitaria y voluntariado.

En cambio, casi una decena de connacionales siguen atrapados: quieren salir, pero no han podido. Miembros de la misión diplomática de México estudian que puedan ser sacados a través de Rusia, debido a que viven en zonas fuertemente sitiadas y donde el Gobierno de Vladímir Putin ha prometido crear los llamados “corredores humanitarios” para la evacuación de civiles. Algunos habitantes mexicanos en Bielorrusia también buscan la forma de ser repatriados.

De estos elementos dependerá de que haya o no un tercer vuelo de repatriación, aunque algunos de los funcionarios involucrados en los dos primeros vuelos lo ven complicado. Es poco probable, pero es muy pronto para descartarlo. La mayor parte de la comunidad de aproximadamente 200 mexicanos que había en Ucrania antes de la guerra ya ha salido del conflicto y no todos buscan regresar o, al menos, no han tomado una decisión definitiva. La guerra pinta un panorama incierto. 24 mexicanos y 33 ucranios buscarán respuestas y abrirse paso en los próximos días.

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