El futuro es incierto, pero no tanto como el discurso oficial. Claudia Sheinbaum acaba de hacer una afirmación rotunda: “La regulación continúa, la corrupción termina”. ¿A qué se refiere exactamente? En pocas palabras, la propuesta de eliminar los órganos autónomos, incluyendo al Instituto Nacional de Transparencia (INAI), parece haber llegado para quedarse, y la exjefa de Gobierno de la CDMX no duda en defenderlo.
Autonomía, ¿Qué es eso?
Ya no suena a promesa electoral, suena a realidad. Con el gobierno de la 4T buscando recortar el poder de ciertos organismos, Sheinbaum asegura que “no se trata de eliminar la regulación”, sino de “reducir la burocracia” y “acabar con la corrupción”. En otras palabras, si no hay organismos autónomos, tampoco habrá opacidad. ¿A poco? Es como decir que si no hay testigos, no hay crimen.
Y claro, el INAI es uno de los grandes blancos. La propuesta del gobierno es que la Secretaría de la Función Pública (SFP), transformada en la Secretaría Anticorrupción y Buen Gobierno, asuma las funciones del INAI. Pero aquí viene la sorpresa: la SFP, la misma que tiene serios cuestionamientos sobre su nivel de opacidad, sería la encargada de velar por la transparencia.
Regulación o Autoritarismo
Ok, ok, la corrupción debe irse, eso nadie lo discute. Pero, ¿cómo va a garantizar el gobierno que no será la opacidad la que se queden con el control? En este escenario, la desaparición de organismos autónomos parece más un intento de concentrar el poder que de combatir la corrupción.
Norma Julieta del Río, comisionada del INAI, fue tajante al respecto: “La SFP es de las instituciones más opacas”. No lo dice cualquiera, lo dice una de las figuras encargadas de velar por la transparencia. Según ella, la SFP ocupa un lugar privilegiado en la lista de las instituciones que bloquean las solicitudes de información. Y no solo ella lo dice, hay más: IMSS, Pemex, Cofepris, la Fiscalía General de la República, entre otros, también forman parte de la temida lista.
¿Entonces, qué pasó con la transparencia?
Si algo ha hecho el INAI es destapar algunos de los secretos más oscuros del gobierno. ¿La razón? Tener autonomía. Pero si ahora el gobierno mismo se encarga de la transparencia, ¿quién va a investigar al propio gobierno? Lo que suena a un pequeño detalle se convierte en un gran dilema cuando lo analizas con lupa.
Por otro lado, las investigaciones realizadas gracias al acceso a la información pública han destapado casos de corrupción, malas prácticas y manejo opaco de recursos. Y lo que es peor, hay pruebas. Entonces, ¿quién va a controlar a los controladores? La verdad, nadie lo sabe. Pero la desaparición del INAI, para algunos, representa el riesgo de un retroceso en la democracia.
Ajuste de cuentas
El gobierno ha dicho una y otra vez que busca quitar las barreras de la corrupción, pero si se eliminan los mecanismos de control y los órganos que realizan investigaciones a fondo, ¿quién se encarga de dar la cara ante los ciudadanos? Si la respuesta es “nosotros mismos”, entonces estamos jugando a las escondidas con la transparencia.
Es como si el árbitro de un partido de fútbol decidiera desaparecer, dejando que los jugadores se pongan de acuerdo sobre las reglas. ¡A ver qué pasa!
¿La corrupción termina?
La gran pregunta sigue siendo: si los organismos autónomos desaparecen, ¿quién garantiza que la información relevante no se quede guardada en un cajón sin abrir? La presidenta asegura que la corrupción termina, pero la corrupción no se va a ir simplemente porque el gobierno lo diga y ya. La pregunta del millón sigue siendo: ¿quién vigilará al vigilante? ¿El gobierno será juez y parte?
El camino hacia la oscuridad
Parece que, con esta reforma, nos dirigimos más hacia un futuro donde las instituciones que deben garantizar la transparencia se sumergen en un mar de opacidad, sin nadie que les haga frente.
¿La solución? Pues no lo sabemos. Lo que sí sabemos es que sin un organismo autónomo que regule al gobierno, el panorama se pinta, cuanto menos, preocupante. Y mientras algunos celebran el fin de los “burócratas” y otros ven una oportunidad para mejorar la eficiencia, muchos más se preguntan si realmente habrá alguien que ponga el freno cuando la corrupción vuelva a asomar la cabeza.
Así que no nos queda más que esperar, porque en esta historia, el fin de los organismos autónomos puede ser solo el principio de una nueva era… de más opacidad.