Claudia Hernández
Una vez más, el municipio poblano de Huaquechula se prepara para hacer del Día de Muertos una de las celebraciones más especiales del año.
Esta demarcación es mundialmente conocida por la colocación de altares monumentales. Pues aunque México se distingue por esta tradición, Huaquechula hace de sus ofrendas algo aún más único.
Bajo esta premisa, el municipio anunció que está listo para recibir como cada año a cientos de visitantes en los 29 altares que serán montados.
El presidente municipal, Raúl Marín Espinoza, y el titular de la Dirección de Cultura, Silverio Reyes Sarmiento, informaron que estarán disponibles del 28 de octubre al 2 de noviembre. Y entre ellos, habrá uno dedicado especialmente para todas aquellas personas que perdieron la vida, víctimas de la pandemia de Covid-19.
Cabe mencionar que, esta tradición cumple en 2024 27 años de haber sido declarada Patrimonio Cultural del Estado de Puebla.
Además, ha tenido la oportunidad de ser expuesta no sólo en otras partes del territorio mexicano, sino fuera del país, en ciudades como Nueva York.
Los altares serán colocados según la tradición. El 28 de octubre serán para las personas que fallecieron en accidentes y el 31 para los menores de edad. Mientras que, para el primero de noviembre, para todas las personas adultas que partieron de este mundo.
¿POR QUÉ SON TAN ESPECIALES LOS ALTARES DE HUAQUECHULA?
Al igual que las ofrendas, los altares que se instalan en Huaquechula están dedicados a honrar la memoria de los que ya partieron.
Sin embargo, además de ser de grandes tamaños, también son una combinación entre las tradiciones prehispánicas y las religiosas.
Cada uno de los elementos que forman parte de estos altares contienen simbolismos indígenas. Tal es el caso de los angelitos, algunos de ellos llorando, también los santos y grandes cantidades de tela de satín blanco.
Estas ofrendas suelen colocarse con distintos niveles. El primero para representar la vida en este mundo y donde se pone la foto del difunto, su comida y bebidas favoritas, y objetos personales.
En el segundo nivel, los familiares ponen imágenes religiosas y ángeles, ya que es este nivel el que representa la unión entre lo divino y lo terrenal.
Finalmente, el tercer nivel es para lo divino y aquí se pone un crucifijo.