¡Buenos días, México! ¡Qué gusto verlos! Hoy les traigo una historia que ni en los sueños más locos de un guionista de comedia podría haber imaginado. ¡Sí, amigos, es la reforma judicial de AMLO con un toque especial!
¿Saben qué día fue ayer? ¡15 de septiembre! La fiesta en su apogeo: los mariachis a tope, el tequila fluyó como si no hubiera un mañana, y en medio de toda esa euforia patriótica, AMLO decidió: «¡Es el momento perfecto para publicar una reforma judicial!» ¡Porque claro, nada dice “celebración” como un buen cambio constitucional!
Pero, por si no lo sabían, el Tribunal Colegiado, esos chicos que se encargan de decirnos cuándo estamos rompiendo las reglas, ¡ordenó suspender la publicación de la reforma! Sí, ¡un tribunal dijo que no! Pero AMLO, con esa energía de “nadie me detiene”, pensó: “¿Suspensión? ¡Eso solo significa que tengo que publicarlo aún más rápido!”
Así que, en una edición vespertina del Diario Oficial de la Federación, ¡BOOM! Ahí estaba el decreto, fresquito y recién salido del horno, justo unas horas antes de que AMLO se dirigiera a su última ceremonia del Grito de Independencia en el Zócalo. ¡Es como si dijera: “Voy a dar el Grito de Independencia y mientras tanto, ¡que se arme el lío judicial!”
Ahora, vamos al meollo del asunto. La reforma trae unos cambios que, honestamente, hacen que la política parezca una serie de televisión. ¡Atención a esto! A partir de 2025, ¡los jueces, magistrados y ministros de la Suprema Corte serán elegidos por votación popular! ¡Sí, como si estuviéramos eligiendo al próximo gran hermano, pero en lugar de ver si tienen talento, estamos eligiendo a quien decidirá sobre nuestras vidas!
¿Y saben qué más? ¡Adiós a las dos salas del máximo tribunal! ¡Bye, bye! Y el Pleno, en vez de 11 ministros, será de 9, con un mandato de 12 años en lugar de 15. ¡Es como si estuviéramos jugando a las sillas musicales pero con abogados!
La cereza del pastel es que para elegir a los 11 ministros, el Poder Ejecutivo propone a 10 candidatos, el Judicial a otros 10, y así sucesivamente hasta que el Senado y la Cámara de Diputados se unan a la fiesta. ¡Es como un reality show político con mucho, mucho drama!
Los actuales ministros, si no renuncian antes, perderán su cargo cuando los nuevos asuman el 1 de septiembre de 2025. ¡Es como decirles: “¡Felicidades, ya no tienen trabajo, disfruten su último Grito de Independencia!”!
Y los nuevos candidatos tendrán que tener un título de licenciatura en Derecho, 10 años de experiencia, y ¡nada de ser funcionarios federales antes! Además, tendrán que hacer campaña en radio y televisión sin recursos públicos ni donaciones privadas. ¡Es el “sálvese quien pueda” de la política!
¡Y por último, pero no menos importante, todos los jueces deberán ajustar sus sueldos para que no ganen más que el presidente! ¡Porque en México, hasta el sueldo de los jueces tiene que estar en sintonía con el espíritu patriótico!
Así que, amigos, hoy no solo celebramos nuestra independencia, sino también una reforma judicial que promete ser más entretenida que el mejor de los maratones de televisión. ¡Salud por eso, y que viva la política con sabor a tequila!
¡Gracias y buenos días, México! ¡Que siga la fiesta y las reformas!