Entre aplausos y la «esperanza» de tener un próximo gobierno más «moderado», Claudia Sheinbaum presentó a los primeros seis integrantes de su gabinete, sin contar a Rogelio Ramírez de la O, a quien confirmó al frente de Hacienda en un intento, que no funcionó, de calmar los mercados internacionales.
Sin embargo, parece que a nuestros amigos del mundo les cayó bien la designación de Marcelo Ebrard al frente de la Secretaría de Economía. ¿Es su nombramiento un signo de que sí se sometió ante «esa señora» o más bien simboliza que tanto él como Claudia se sometieron ante López Obrador?
Del gabinete al florero
Los nombramientos, de inmediato fueron bien recibidos, incluso, por varios críticos del régimen actual. Esta «alegría colectiva» gira en torno de algunos nombres que parecen idóneos para el lugar designado. Déjenme usar mi derecho a disentir.
Viajemos al 2018. En el gabinete de López Obrador estaban nombres como Olga Sánchez Cordero en la Secretaría de Gobernación o Jorge Alcocer Varela en la Secretaría de Salud. Con el transcurso del tiempo, poco a poco, nos dimos cuenta de que su experiencia y reputación no fue suficiente para influir en el presidente, quien terminó imponiendo su criterio y voluntad sobre la voz de los expertos.
La otrora abogada feminista y en pro de la legalización del aborto, calló ante la negativa del presidente de empujar esa reforma. Y solamente habló de ello cuando dejó la Secretaría de Gobernación y cuando se quedó a cargo de las mañaneras, ante la ausencia del mandatario federal. Por su parte, Alcocer quedó a deber en vacunación, sin contar la vacuna del COVID-19, y en defender con uñas y dientes el presupuesto suficiente para mantenimiento, en el que el sector salud adolece.
Que decidan todos
Hablando del aborto muchos dirán que el presidente no se negó, pero sí lo hizo. En palabras fue muy «cuidadoso» al decir que él no se metería y que las mujeres decidieran:
“Bueno pues es una decisión que tomaron en Argentina, en el caso de México nosotros hemos sostenido que es un tema que debe de consultarse y en el cual deben de decidir libremente las mujeres, y que no hay ninguna limitación para que se manifiesten quienes están a favor de estos cambios en la legislación, hay libertad absoluta y en temas muy polémicos, lo mejor es siempre he sostenido, es que se consulte a los ciudadanos, que no se imponga nada, que todo sea de acuerdo a la decisión mayoritaria de las personas y en este caso de las mujeres que decidan con libertad, pero que no se imponga nada, el mejor método para resolver discrepancias, diferencias, puntos de vista pues es el método democrático eso es lo que siempre yo he sostenido”
¿Se oye muy progre, o no? Pues no. De entrada, está dejando en manos de todas las mujeres la realidad de unas cuantas. Es como si dijeran que todos vamos a decidir si podemos usar cápsulas para tratar una faringitis, habiendo muchas opciones para ello. En segundo lugar, ya sabemos cómo terminan las consultas que hace: las que le resultan favorables las considera sin importar nada y las que no le resultan favorables arguye que no son vinculantes.
Caso NAIM, ni cómoda, ni gabinete
Y a propósito de consultas, tenemos al emblemático caso NAIM. Durante su campaña prometió que cancelaría el proyecto y una vez llegado al gobierno dudó. Consultó a Javier Jiménez Espriú, quien sería su secretario de Comunicaciones y Transportes, a Carlos Manuel Urzúa Macías, al que había elegido para la Secretaría de Hacienda y Crédito Público , y a Alfonso Romo, su próximo jefe de la Oficina de la presidencia. A los tres les pidió que hicieran un dictamen para decidir si cancelar el NAIM o no.
En 2023, el propio AMLO reveló que en su dictamen «los tres coincidían que había que continuar con el Aeropuerto de Texcoco. Me fui a la casa de ustedes y no dormí esa noche”. Y ya sabemos cómo terminó todo: en lugar de escuchar la voz de los expertos, mandó a hacer una consulta y aunque no era una consulta vinculante por no estar dentro de la ley, tomo el 65% de los votos a favor de cancelar al NAIM como su pretexto.
Urzúa y Espriú renunciaron al poco tiempo de haber iniciado su encargo. ¿La razón?, de acuerdo con Urzúa:
“Discrepancias en materia económica hubo muchas. Algunas de ellas porque en esta administración se han tomado decisiones de política pública sin el suficiente sustento. Estoy convencido de que toda política económica debe realizarse con base en evidencia, cuidando los diversos efectos que esta pueda tener y libre de todo extremismo, sea este de derecha o izquierda. Sin embargo, durante mi gestión las convicciones anteriores no encontraron eco”.
Por su parte, Espriú renunció porque:
“El motivo, que le he expresado personalmente, es mi diferendo por su decisión de política pública, de trasladar al ámbito militar de la Secretaría de Marina, las funciones eminentemente civiles de los Puertos, de la Marina Mercante y de la formación de marinos mercantes, que ha estado a cargo de la SCT desde 1970″.
¿Futuros floreros, renuncias en puerta o …
Muchos coinciden en que los recientes nombramientos son idóneos para sus puestos. Sin embargo, y de acuerdo con lo que hemos visto en los últimos seis años, yo no sé qué esperar. Sin contar a Godoy, de quien hablaremos en una próxima entrega, me gustaría pensar, como muchos, que los futuros secretarios se desempeñarán con total libertad en los cargos para los que fueron elegidos, que sus puntos de vista serán tomados como lo que son y que no serán desechados en pro de elegir un camino al segundo piso del desastre que fue este sexenio.
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