Desde antes del inicio del proceso electoral hemos sido testigos de amenazas y atentados en contra de actores políticos que mostraron abiertamente su intención de contender en estas elecciones. Desde el año pasado, incluso antes de los nombramientos o selección de candidatos, se han denunciado diversos casos de Violencia electoral, muchos aspirantes sufrieron agresiones, algunas, incluso, terminaron con su vida.
¿Esto da para decir que las presentes elecciones son las más violentas de la historia? A muchos les ha venido a le memoria Lomas Taurinas y el candidato del PRI Luis Donaldo Colosio Murrieta.
Números de la Violencia electoral
De 2008 a 2015, la tendencia de asesinatos era «estable». 2008 registraba 6 candidatos asesinados; 2009, 2; 2010, 3; 2011, 8; 2012, 5; y 2015, 6. Sin embargo, fue en 2018 donde el número de asesinatos subió a 48.
En esta contienda electoral las víctimas de la violencia política son 750, 232 asesinatos. Un 150.5% más que en el 2021, de acuerdo con el seguimiento que le ha dado Integralia.
El promedio mensual de víctimas de violencia es de 83. Siendo el Estado de Guerrero el que registra un mayor número de víctimas: 106 en total. Chiapas se encuentra en segundo lugar con 88 víctimas. Puebla está en tercer lugar con 68 víctimas.
En el caso de aspirantes a alguna de las candidaturas, fueron 317 agresiones, en 35 casos terminaron con la vida de los aspirantes. Aquí son las mismas entidades las que más víctimas registran: Puebla, Chiapas y Guerrero, en primer, segundo y tercer lugar, respectivamente.
El último asesinato registrado fue en una transmisión en vivo desde un cierre de campaña. Ocurrió el pasado 29 de mayo, en la alcaldía de Coyuca de Benítez, Guerrero, alcaldía que aspiraba a gobernar el candidato José Alfredo Cabrera. Este caso recuerda al de Colosio debido a que la forma en que lo mataron es muy parecida: apuntando a la cabeza con un arma, a quemarropa.
Caso Colosio
El asesinato de Colosio cimbró a la población. Colosio, pese a ser candidato del PRI, tenía la simpatía de gran parte de la población. Unos días antes de su muerte y durante el aniversario de su partido, dió un discurso memorable.
La frase «veo un México con hambre y con sed de justicia» y su certera crítica a su partido le trajeron la confianza de la gente. Esta misma frase se ha vuelto un ícono de lo que representaba para muchos ciudadanos y sembró la sospecha que desde su propio partido lo mandaron a matar.
El 23 de marzo de 1994 Colosio Murrieta llegó a Tijuana. Se trasladó a Lomas Taurinas para dar un discurso sobre un templete improvidado. Una vez terminado el discuso, y habiendo caminado unos metros, uno de los asistentes le disparó cerca del oído derecho. Posteriormente, recibió un segundo disparo en el abdomen. Su asesino confeso, Mario Aburto, fue detenido en el momento.
Desde entonces las teorías no faltaron. Desde un crimen de Estado, hasta el asesino solitario (versión oficial), pasando por el segundo tirador y el crimen organizado.