El presidente ruso, Vladimir Putin, aseguró su relección con más de 87 por ciento de los votos, con una gran ventaja sobre sus tres contendientes, al término de unas votaciones que se extendieron durante tres días, y en las que se logró el porcentaje más alto de participación en la historia reciente de este país, informó la Comisión Electoral Central (CEC).
Cerradas las casillas en Kaliningrado, el antiguo Königsberg prusiano, el huso horario más occidental de los 11 que tiene Rusia, la CEC comenzó a dar los resultados preliminares del escrutinio, que no dejaron sitio a la duda: Putin superó con creces a sus rivales formales en las urnas.
Más tarde, ya con 70 por ciento de las boletas escrutadas, Putin consiguió 87.17 por ciento de votos; el comunista Nikolai Jaritonov, 4.19 por ciento; el liberal Vladislav Davankov, 4.08 por ciento, y el ultranacionalista Leonid Slutsky, 3.15 por ciento.
Nunca antes Putin había ganado unos comicios con tanto apoyo: en 2000 obtuvo 50.9 por ciento de votos; en 2004, 70.1 por ciento; en 2012, 63.6 por ciento, y en 2018, 76.6 por ciento.
La participación, según el CEC, alcanzó 74.22 por ciento del padrón, todo un récord de asistencia en unas presidenciales rusas.
De este modo, se cumplieron las dos metas –más de 80 por ciento de votos y más de 70 por ciento de afluencia– que fijó el Kremlin para estos comicios, lo cual debe mostrar al mundo que la mayoría absoluta de la población rusa respalda a su líder y, en particular, su “operación militar especial” en Ucrania.
Conseguida la legitimación en las urnas, Putin seguirá despachando al frente de este país al menos hasta 2030, habida cuenta de que puede ser relecto para un sexenio más, el sexto mandato a partir del momento en que el controvertido Boris Yeltsin lo nombró su sucesor, en 1999.
Encuentro en la coordinación de campaña
Sobre las 12 de la noche en Moscú, Putin visitó la sede de la coordinación de campaña para celebrar su victoria y agradecer a todos sus integrantes sus labor y, sobre todo, “dar las gracias a todas las personas que votaron en estos comicios, lo que evidenció la unidad de nuestra sociedad”.
Los reporteros aprovecharon la presencia de Putin para hacerle algunas preguntas, entre otras sobre las incursiones en territorio ruso que están llevando a cabo destacamentos de voluntarios rusos que combaten del lado de Ucrania. “Son traidores que con las armas en la mano atacan a su patria y tendrán su merecido, no tengan la menor duda”, subrayó.
De nuevo reiteró que un enfrentameinto directo con la Organización del Tratado del Atlántico Norte sería colocar el mundo en la antesala de la tercera guerra mundial y, a la luz de lo que está ocurriendo en la frontera con Ucrania, no descartó la posibilidad de instalar una “zona de seguridad” en territorios que ahora partenecen a Ucrania.
“No estoy preparado ahora para hablar de qué, cómo y cuándo debemos anexionarnos. Pero no descarto que, teniendo en cuenta los trágicos acontecimientos que están teniendo lugar hoy, nos veamos obligados en algún momento, cuando lo consideremos oportuno, a crear una cierta ‘zona sanitaria’ en los territorios que se subordinan al régimen de Kiev”, respondió Putin cuando se le preguntó si estaba considerando la posibilidad de anexionarse la región de Járkov.
Añadió que está pensando más bien en “crear una zona de seguridad, que sería bastante difícil de superar”.
Llamó mucho la atención que confirmó que se estaban llevando a cabo negociaciones para intercambiar a Aleksei Navalny, el líder de la oposición muerto en prisión en febrero pasado, incluso lamentó su fallecimiento, mencionó por primera vez su nombre y aseguró que estaba de acuerdo en canjearlo por rusos encarcelados en Occidente.
Esto es lo que afirmó Putin: “en lo que respecta a Navalny, les diré algo que les va a parecer inesperado: unos días antes de su fallecimiento, algunos colegas, no miembros de la oficina de la presidencia, ciertas personas (se comenta que podría ser el magnate Roman Abramovich) me dijeron que existía la idea de intercambiar al señor Navalny por algunas personas encarceladas en Occidente y, pueden creerme o no, cuando la persona con la que estaba hablando aún no había terminado la frase, le dije: ‘¡estoy de acuerdo!’ pero con una condición: que se vaya y no vuelva”. Y agregó: “Pero ocurrió lo que ocurrió y no se pudo llevar a cabo el intercambio”.
Con información de La Jornada
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